La noticia del ataque de Estados Unidos a Irán ha sido la conversación desde el sábado, cuando un grupo de bombarderos B-2 de Northrop Grumman que salió desde Misuri derrochó más de 13 toneladas de explosivos para destruir plantas de enriquecimiento de uranio y así ponerle un freno al programa nuclear iraní. Dos días después, tras la operación, se anunció el cese al fuego entre Israel e Irán.
Pero más allá del poder destructivo de estos bombarderos furtivos indetectables por radares, los B-2 fueron creados por una compañía que no solo se dedica al negocio de la guerra, sino que también ha sido pieza importante en la exploración espacial al crear naves y más instrumentos para la NASA.
La historia se remonta a la época del programa Apolo, en la década de los 60, cuando Estados Unidos y la Unión Soviética estaban en la carrera para ver quién lograba enviar humanos a la Luna.
En ese entonces, Grumman y Northrop eran dos compañías separadas. En aquel entonces, los astronautas de la NASA, de los cuales muchos tenían un pasado con el ejército y fuerza aérea, piloteaban aviones de Northrop como parte de sus entrenamientos, pero Grumman fue la empresa seleccionada para crear el módulo de aterrizaje lunar, mismo que utilizaron los 12 astronautas que caminaron en la Luna para llegar a su destino.
Como dato curioso, el mismo módulo de aterrizaje lunar funcionó como “salvavidas” para los astronautas del Apolo 13 que utilizaron la nave para sobrevivir cuando el módulo de comando sufrió una explosión que casi los deja varados en el espacio.
Grumman también fue parte crucial para la creación del programa Observatorio Astronómico Orbital (OAO), que se trató de una serie de observatorios espaciales conformados por naves no tripuladas equipadas con telescopios para observar objetos y cuerpos espaciales.
Y antes de que la compañía se fucionara con Northrop, Grumman también entró en la carrera para desarrollar el transbordador espacial, sin embargo, Rockwell International fue la seleccionada por la NASA para crear esa nave espacial.
Las empresas se fusionaron en abril de 1994, cuando Northrop compró a Grumman. Desde eso, además de desarrollar jets de combate, sistemas de armas y otro tipo de elementos para las fuerzas armadas estadounidenses, la compañía continúa su colaboración con la agencia espacial.
La compañía desarrolló la nave espacial Cyngus que proporciona servicios de rebastecimiento a la Estación Espacial Internacional, además de la nave Landsat 9 que es un satélite de observación espacial.
Pero posiblemente el proyecto más grande hasta ahora es el Telescopio Espacial James Webb, el observatorio espacial más avanzado hasta la fecha y que puede estudiar el universo a través de luz infrarroja.
Además, la compañía está involucrada en el desarrollo de una estación espacial para la órbita terrestre baja.
Northrop Grumman también tiene un gran papel en el programa Artemisa para regresar a la Luna, incluyendo el módulo HALO, donde estarán alojados los astronautas en las misiones lunares, los cohetes de refuerzo sólidos para el Sistema de Lanzamiento Espacial (SLS) que será el cohete más poderoso de la historia, y el sistema de aborto de misión para la nave Orion que transportará a los astronautas a la Luna.
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Las Naciones Unidas y otras organizaciones de ayuda humanitaria han cuestionado la forma en que se están distribuyendo los alimentos en Gaza.
Al menos 46 personas que estaban esperando para recibir alimentos murieron por disparos del ejército israelí en dos incidentes en el sur de Gaza, de acuerdo a reportes del personal paramédico y rescatistas que trabajan en la zona.
Las agencias de atención humanitaria de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) han condenado el sistema de distribución de alimentos en esta región apoyado por Israel y Estados Unidos, y lo han considerado “una abominación” y una “trampa mortal”.
Estos incidentes mortales se han vuelto más frecuentes en los últimos días, aunque han generado poca atención por fuera de Gaza desde que Israel atacó Irán hace más de una semana.
Sin incluir este último reporte, la ONU ha dicho que más de 410 palestinos habrían muerto por disparos o bombardeos israelíes desde que la Fundación Humanitaria de Gaza (GHF) comenzó a operar a fines de mayo.
¿Por qué la vida de nuestros niños vale tan poco?”, reclama Umm Raed al Nuaizi, una mujer viuda cuyo hijo fue herido cuando iba a recolectar comida para su familia hambrienta en la parte central de Gaza.
“Mi hijo fue por harina para poder comer él y sus hermanos, pero ahora está en una unidad de cuidados intensivos”, anota.
Imágenes del hospital al Awda, en el campo de refugiados de Nuseirat, muestran escenas caóticas con jóvenes heridos de bala que son ingresados al centro médico, muchos de ellos gimiendo de dolor y cubiertos de sangre.
Todas las camas del hospital se ven llenas y las imágenes muestran a las víctimas en el suelo.
En las imágenes también se ve a un hombre mayor que yace muerto, mientras su esposa le toma el rostro con un gesto de dolor.
Los funcionarios del hospital y la agencia de Defensa Civil de Gaza, dirigida por Hamás, informaron que al menos 21 personas murieron y otras 150 resultaron heridas en el reciente incidente.
Testigos señalaron que miles de personas se encontraban en el punto de despacho de alimentos de la GHF en una zona militar israelí cuando los soldados abrieron fuego.
Las Fuerza de Defensa de Israel (FDI) indicaron que se había “identificado una reunión en un área adyacente a las tropas de las FDI que operan en el corredor de Netzarim”.
“Se ha reportado que varias personas resultaron heridas debido al fuego de las FDI en el área. Se están investigando los hechos”, señalaron en un comunicado.
Las autoridades de la GHF indicaron que “no hubo incidentes cerca de los lugares de reparto de comida durante esta mañana”.
Paramédicos y rescatistas informaron que, además, al menos 21 personas murieron cerca de un centro dirigido por la GHF en el sur de Gaza, en la mañana del martes.
Un testigo dijo a la BBC que había ido a un punto al norte de Rafah a las 05:00 hora local, pero poco antes de la hora de apertura, prevista para las 10:00, los tanques israelíes avanzaron hacia ellos y abrieron fuego sin previo aviso.
“Los disparos fueron directo contra los civiles y se podía ver sangre por todas partes”, dijo Hatem Abu Rjileh.
“Todos a mi alrededor terminaron heridos. Había más de 30 a quienes nadie pudo venir a ayudar. Nosotros solo pudimos sacar a un familiar y llevarlo con nosotros”, añadió el testigo.
Por su parte, las fuerzas israelíes le dijeron a la BBC que “contrario a los reportes que han sido difundidos, las FDI no tienen conocimiento del incidente en cuestión en Rafah en el punto de distribución de comida”.
Israel alivió su bloqueo sobre Gaza hace un mes y la GHF comenzó a operar unos días después. Esta organización señala que hasta el momento ha entregado cerca de 41 millones de viandas de comida.
La GHF está oficialmente clasificada como una organización privada, está respaldada por Estados Unidos e Israel y no se conoce mucho sobre cómo se financia. De hecho, usa un equipo privado y armado para su seguridad.
La ONU y otros grupos de ayuda humanitaria han rechazado colaborar con esta fundación, a la que acusan de cooperar con las metas de Israel en su guerra contra Hamás de un modo que viola los principios humanitarios.
Sin embargo, Israel considera que la GHF es una pieza clave en el nuevo plan de ayuda a los gazatíes y señala que socavará lo que queda del control de Hamás en Gaza.
Tras conocerse la noticia de los últimos incidentes, un portavoz de la oficina de derechos humanos de la ONU, Thameen al Kheetan, ofreció una sesión informativa en Ginebra condenando el sistema.
“El mecanismo militarizado de asistencia humanitaria de Israel contradice las normas internacionales sobre distribución de ayuda”, declaró.
“La militarización de la entrega de alimentos para civiles, además de restringir o impedir el acceso a servicios básicos, constituye un crimen de guerra”, añadió.
El vocero además señaló que correspondía a los tribunales decidir si se habían cometido crímenes de guerra.
En declaraciones a la prensa en Berlín, Philippe Lazzarini, director de la agencia de la ONU para los refugiados palestinos (UNRWA), declaró: “El supuesto mecanismo recién creado es una abominación que humilla y degrada a personas desesperadas. Es una trampa mortal que cuesta más vidas de las que salva”.
Ante la solicitud de una respuesta a las recientes críticas de la ONU, las FDI le explicaron a la BBC que permiten a la GHF “operar de forma independiente en la distribución de ayuda a los residentes de Gaza” y que están “trabajando para garantizar su distribución segura y continua, de conformidad con el derecho internacional”.
La idea de Israel de una nueva fase de la guerra en Gaza, presentada hace varias semanas, no se ha materializado.
Esto implicaba que la GHF gestionara los únicos puntos de distribución de ayuda.
Por ahora, Israel sigue permitiendo la entrada a Gaza de decenas de camiones con asistencia básica para la ONU y otras organizaciones humanitarias.
El sábado, World Central Kitchen informó que los camiones de ayuda habían llegado a sus equipos en Gaza por primera vez en más de 12 semanas, lo que les había permitido reanudar la preparación de alimentos en algunos de sus centros.
Sin embargo, el volumen de provisiones sigue siendo insuficiente y los expertos advierten que Gaza sigue al borde de la hambruna.
En la ciudad de Gaza, un padre de cuatro hijas nos contó que su familia se limitaba a comer pan y sal, pero que no arriesgaría su vida para acudir a los centros de ayuda del GHF.
“Las llaman zonas de la muerte”, dijo Mahmoud al Ghura.
“Mi hijo ya ha sido martirizado. Me temo que si fuera a buscar un saco de harina, volvería con mi cuerpo metido en un saco. Todos los días la gente va allí y muere. ¿Qué vamos a hacer?”.
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